El rol del diseño en la era de la virtualidad y la practicidad, de un mercado volátil que se desenvuelve en medio las aplicaciones de a dólar garantizando cubrir las necesidades básicas del cliente que requiere productos visuales inmediatos y rápidos. Pero la academia detectando estos cambios ha dado cambios a los nombres de los programas, extendiendo la función del diseñador para darle más valor.
En medio de la era digital, de la crisis económica y en la filosofía de los milenial para entender el mundo, llegan muchos cuestionamientos, incluso me atrevo a pensar que entramos en un existencialismo colectivo, que nos lleva a pensar y a reflexionar sobre hacia dónde vamos; y así el cuestionamiento llega a instancias más específicas, como, ¿qué va a pasar con la profesión del diseño?
Hace un tiempo, cuando la era de la virtualidad llegaba, la empresa que tuviera un sitio web, mostraba ser una empresa seria y creíble, hoy en día, esta afirmación ha ido transformándose, podríamos decir que cualquiera monta una página web; bajo esta dinámica se crearon varias herramientas que permiten el acceso a una espacio en la nube, abaratando los costos e incluso la facilidad y practicidad que asegura y garantiza que cualquiera puede crear una página web. Un ejemplo clave son plataformas que ofrecen diseños predefinidos que se ajustan a las necesidades básicas de un cliente (persona natural o jurídica) que requiere demostrar su existencia por éste medio.
Así mismo los impresores se empezaron a preocupar al ver que los tirajes de impresión bajaban, y que incluso los medios tradicionales de información como revistas y periódicos estaban migrando a la virtualidad, argumentando la accesibilidad a la información y el compromiso social con el medio ambiente; en este sector se encendió la alarma, y se oía constantemente “Ha llegado el fin del impreso”. Hoy en día el impreso sigue siendo una fuente económica fuerte, aunque su producción no tenga la misma rigurosidad que antes. Sin embargo mantengo la idea que el impreso no va a morir, más allá de una idea romántica que se apega a la idea tradicional del impreso o la pretensión de que es que el libro impreso me permite experimentar y jugar con los sentidos gracias a la textura y al aroma de la tinta sobre el papel, considero que el impreso empieza a cobrar a valor, un valor que va más allá de los costes de producción,. sino que contrario a lo que se pensaba hace diez años, No cualquiera tiene la posibilidad o el poder de tener un impreso; entendiendo el poder como el verbo de capacidad para conseguir o tener determinado elemento.
Pero sigue la pregunta, ¿qué va a pasar con el rol del diseñador? entendiendo que las dinámicas de la virtualidad y la practicidad, nos han llevado a que desarrolladores, creen aplicaciones para generar logos, tarjetas de presentación, plegables, páginas web, entre otros servicios propios del diseño, y todo por la módica suma de $2USD o $5USD al mes. Es importante entender que la profesión como tal de diseño, en términos de formación ha ido migrando, hoy en día ya no hablamos de carreras de diseño gráfico, hablamos de comunicadores visuales; esto no es fortuito, ni tampoco tiene como finalidad una retórica que llame a más estudiantes, no, esto tiene una razón de ser, basada en la semántica y los significados de las palabras.
El diseño se ha basado en la concepción de piezas gráficas atractivas, donde el diseñador acomodo y organiza la información visual (imágenes, textos, formas y colores) dentro de un espacio para crear una composición con un nivel estético alto; lo que básicamente ofrecen muchas aplicaciones en la red. Pero si esto ya lo hace una app, entonces ¿Para qué estudiar diseño gráfico? pues la respuesta es sencilla, nuestra labor de diseño se ha transformado, nosotros a diferencia de un app, ofrecemos algo más importante, la intención de comunicar, ¿Comunicar? si, hoy hablamos de carreras que se llaman comunicación gráfica o comunicación visual, en ambos casos el plus está en diseñar estratégicamente esa información visual, teniendo en cuenta la famosa fórmula publicitaria AIDA (Atención, Interés, Deseo y Acción), donde se pretende llamar la atención, generar interés, despertar el deseo que llevará a la acción determinante por el emisor, de ésta manera el receptor cumple los objetivos.
Tener la claridad del objetivo general es clave para encontrar la verdadera intención del mensaje, de allí, el comunicador visual debe organizar la información estratégicamente, comunicando de manera clara, concisa y directa la intención del mensaje por medio de varios elementos visuales. Para algunos el término visual, es un sinónimo de gráfico, pero es necesario recordar que la etimología de gráfico está relacionado con el grafo o sea con la tipografía, a procesos de impresión, a los trazos del dibujo o esquemas de dibujo, mientras que el audiovisual no se sesga y abarca todos los elementos y nuevos medios visuales, tales como fotografía, vídeo, animación, dibujo, multimedia, entre muchos otros. Entonces en medio de aplicaciones de a dólar que permite que cualquiera con un celular cree un logo, visualmente agradable, nace la necesidad de piezas visuales que tengan la capacidad de manejar un mensaje capaz de comunicar y ser asertivo con las intenciones y objetivos de los clientes.
Johanna Lizbeth Martínez Docente Diseño y comunicación visual Comunicadora visual con un máster en creación de guiones audiovisuales